La vida y su conservación

Las especies son esenciales en el funcionamiento de la vida en nuestra casa que es nuestro planeta; por eso, es importante conservarlas.
Con este objetivo, tenemos que saber cómo son, cómo se organizan en comunidades y cómo interactúan en los sistemas ecológicos.
En el último siglo XX, hemos visto degradaciones ambientales enormes: muchas especies en extinción o en drástica reducción de sus poblaciones, la destrucción o alteración rápida de sus ecosistemas y cambios nunca vistos en el clima del planeta. Esta gran crisis ambiental ha coincido con la disminución de las ciencias naturales en los centros académicos de referencia.

viernes, 8 de abril de 2016

El guepardo es el animal terrestre más rápido del mundo.


El guepardo es el animal terrestre más rápido del mundo. Este felino cuenta con muy poco peso, sus largas extremidades, su escasa fricción o rozamiento, con patas rugosas y unas garras no retractables les permiten aferrarse al suelo mientras realizan cambios de dirección a alta velocidad.


La extremada rapidez (29 m/s) del guepardo (por 12 m/s de Bolt en la marca de su récord mundial), no se debe tanto a su velocidad como a su capacidad de acelerar y desacelerar rápidamente.
 
Según los expertos en biomecánica del aparato locomotor, midiendo la energía que producen sus músculos en relación con su tamaño, y comparándola con la que genera el velocista Bolt, ha comprobado que la potencia muscular de este felino cuadriplica a la del humano más veloz del mundo.


Es capaz de alcanzar los 29 metros por segundo, muy por encima de los caballos (19 m/s), los galgos (18 m/s) y, por supuesto, los seres humanos (el atleta Usain Bolt, récord mundial de los 100 y 200 metros lisos, llega a un máximo de 12,35 m/s). Es fácil concluir que es su famosa carrera la que permite al felino ser un cazador implacable, pero una investigación del Royal Veterinary College de Londres publicada en la revista Nature ha demostrado que esa no es su estrategia. 

Generalmente, ni siquiera llega a su máxima velocidad mientras persigue una presa, pero sí exhibe una impresionante capacidad de aceleración, cuatro veces superior a la del deportista jamaicano, y de cambiar de dirección en un instante. No importa que la víctima huya desesperada a derecha e izquierda, el guepardo reaccionará con una potencia descomunal.


El equipo, dirigido por el investigador Alan Wilson, quería estudiar por primera vez la locomoción del felino en la naturaleza, en condiciones reales. Hasta el momento, las mediciones se habían realizado en cautividad. 

Durante 17 meses, los científicos estudiaron 367 carreras, la mayoría en pleno ejercicio de caza, de cinco ejemplares en su hábitat natural en Bostwana, utilizando un nuevo collar de seguimiento diseñado por ellos mismos. El ingenio combina un GPS con precisa tecnología para medir la dinámica locomotora del guepardo.

                                                            Un guepardo del estudio con su collar de seguimiento

De esta forma, registraron algunas carreras de hasta 25,9 m/s (93 km/h), por debajo del récord de «Sarah», la guepardo más veloz del mundo (98 km/h), que vive en el Zoo de Cincinnati. Pero para su sorpresa, la mayoría eran considerablemente más lentas. Pocas superaron los 20 m/s y la media fue de alrededor de 14 m/s.

Estos depredadores capturan sobre todo impalas, que componen la mayor parte de su dieta, aunque un ejemplar macho demostró una clara predilección por los facóqueros, una especie de jabalí verrugoso africano. Las carreras observadas por los científicos detrás de estas presas partían desde la más absoluta quietud o desde movimientos lentos, cuando el animal estaba ya al acecho, y recorrían una media de 173 metros, aunque algunas superaban los 500. 

Comenzaban con un período de aceleración hasta alcanzar una velocidad alta. Entonces, los guepardos frenaban y se lucían en un violento despliegue de acelerones y parones hasta abalanzarse sobre el asustado herbívoro.

Poderosos músculos

La impresionante capacidad de maniobra, la mayor de un mamífero terrestre, duplica la de los caballos de polo y supera la de los galgos en el inicio de una carrera. Los investigadores creen que está relacionada con la estructura del esqueleto y los músculos del felino, además de con sus garras no retráctiles que garantizan un agarre considerable, mejor que el de cualquier neumático. Comparado de nuevo con Usain Bolt, la fuerza muscular desarrollada por el guepardo (100 vatios por kilogramo de peso corporal) en plena aceleración es cuatro veces mayor que la calculada cuando el deportista corrió los 100 metros en 9,58 segundos (25 w/kg).

A pesar de semejante alarde, los guepardos no siempre tuvieron éxito en sus campañas de caza. Los investigadores creen que solo terminaron con el estómago lleno en una de cada cuatro intentonas.

Más de 1 de cada 8 especies de aves del planeta se encuentran en peligro de extinción.



Ello significa que de las 10 000 especies de aves catalogadas, más de 1250 especies se encuentra en peligro de extinción.

El descenso de las poblaciones de aves evidencia el rápido deterioro que sufre el medio ambiente global
No obstante, los éxitos obtenidos en la recuperación de algunas especies amenazadas demuestran que la restauración del planeta es posible, y a un coste relativamente pequeño, concluye el informe «Estado de las Aves del Mundo», elaborado por las 121 ONGs, los 13 millones de socios y los 7.000 grupos locales que integran BirdLife International

BirdLife International, en su Congreso Mundial celebrado en Ottawa (Canadá) ha ha sido clara «Las aves se enfrentan a numerosos peligros. Sin embargo, la degradación del hábitat -en buena parte por las prácticas agrícolas- y el impacto de los taxones invasores constituyen los motores más importantes del deterioro».
BirdLife International es la autoridad designada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) para informar sobre las aves que deben ser incluidas en la Lista Roja de especies en extinción. 

En la última revisión, se «colaron» 1.313 taxones (uno de cada ocho del total mundial). 

De ellos, 189 fueron clasificados como En Peligro Crítico. 

Desde el siglo XVI, recalcan, se estima que se han perdido 150 especies de aves, «un ritmo de desaparición que supera varias veces la pauta natural de extinción».

Entre los grupos más afectados destacan, por ejemplo, los albatros (el 77% de los taxones existentes atraviesan serias dificultades de supervivencia), las grullas (73%), las cotorras (29%), los faisanes (21%) y las palomas (20%). 


El águila monera filipina está en una situación CRÍTICAMENTE AMENAZADA (2015), el paso a la extinción. En la segunda foto se refleja la esperanza, un adulto con un pollo en el nido. Su figura adorna las monedas de Filipinas.

En general, las aves de gran tamaño y las que tienen tasas de reproducción bajas o territorios reducidos suponen las poblaciones más vulnerables.

El mensaje positivo que ha dejado el Congreso Mundial de BirdLife International ha sido que la conservación funciona. «El coste real de proteger y gestionar las 12.000 IBA (Áreas Importantes para las Aves y la Biodiversidad) que hay en todo el mundo -y que ocupan entre un 6% y un 15% de la superficie terrestre de cada continente- sería de 57.000 millones de dólares por año

Una suma que puede parecer alta, pero que resulta insignificante en comparación con los presupuestos de los gobiernos», señala Stuart Butchart, jefe de Ciencia de la organización.

jueves, 7 de abril de 2016

Las salamandras y los tritones (familia Salamandridae), que han desarrollado estrategias únicas que les permiten la regeneración de tejidos



Contrariamente a los humanos y otros mamíferos, las salamandras una enorme capacidad de regeneración el crecimiento de miembros perdidos. Son capaces de regenerar una y otra vez hasta su cerebro, corazón y médula espinal, una destreza que ni siquiera pierden cuando llegan a la edad adulta. 


Un mamífero o una ave si resulta mutilado, por ejemplo, por una pérdida de  un ojo o un brazo reaccionaría cerrando la herida con una cicatriz y un muñón, pero en ningún caso, el miembro perdido se regeneraría. 

Esto solo lo logran las salamandras y los tritones (familia Salamandridae), que han desarrollado estrategias únicas que les permiten regenerar una y otra vez los tejidos perdidos, incluso en edad adulta.




Las salamandras son las reinas de la regeneración. / University of Tsukuba


Estos anfibios han desarrollado estrategias innovadoras para asegurar su habilidad de regeneración de extremidades cuando se desarrollan de larvas a adultos.

Ningún otro animal puede igualar sus habilidades regenerativas en extremidades, cola y médula espinal, partes del ojo (retina y lentes), cerebro, corazón y mandíbula, sobre todo al pasar a la edad adulta.

El ajolote (Ambystoma mexicanum), una salamandra mexicana, por ejemplo, pierde esta habilidad una vez que se produce la metamorfosis de larva a juvenil.

Las salamandras se convierten en las reinas del crecimiento de miembros perdidos gracias a un mecanismo de regeneración que es diferente en el estadio larval y una vez que la metamorfosis se produce. Así lo revela un equipo de científicos, liderado por la Universidad de Tsukuba (Japón), en la revista Nature Communications.

“Las salamandras cambian de mecanismo celular para la regeneración de extremidades desde uno basado en células madre musculares cuando son larvas, a otro basado en fibras musculares esqueléticas, cuando pasan la metamorfosis”, explican los autores en el estudio.

Los investigadores confirman que estos anfibios han desarrollado estrategias innovadoras para asegurar su habilidad de regeneración de extremidades cuando se desarrollan de larvas a adultos.

Un antes y un después de la metamorfosis

El hallazgo se ha producido gracias al uso de tritones de vientre de fuego japoneses (Cynops pyrrhogaster) transgénicos, cuyo uso no había sido posible hasta hace poco. Con estas salamandras endémicas de Japón, los científicos pudieron monitorizar diferentes tipos de células musculares durante la regeneración de extremidades antes y después de la metamorfosis de los anfibios.

Los mecanismos de estas estrategias “proporcionarán indudablemente claves para la regeneración en otras especies, incluidos los mamíferos”, según los expertos.


Regeneración de una pata de salamandra transgénica tras su amputación para el estudio. / Hibiki Vincent Tanaka et al.


Cuando una salamandra pierde por ejemplo una pata, una masa de células, llamada blastema, es regenerada en el muñón, a partir del cual se crea una nueva extremidad totalmente funcional. 

Hasta ahora se había sugerido que las fibras musculares esqueléticas –que forman los músculos esqueléticos– o las células madre musculares (células progenitoras) –precursoras inactivos de las fibras musculares que se localizan en su interior– contribuían a la regeneración del nuevo músculo del miembro de la salamandra.

El nuevo trabajo demuestra que cuando los tritones son larvas usan células madre musculares como células capsulares para crear el nuevo músculo en una extremidad regenerada. En el caso de los anfibios adultos, estos ‘reclutan’ fibras musculares esqueléticas en el muñón para el mismo propósito.

Para el estudio, los científicos insertaron en los embriones unicelulares de salamandras un gen activo en las fibras musculares, y monitorizaron a los animales hasta los tres meses de edad, momento en el que las larvas empiezan a nadar, y hasta los 16 meses, cuando se produce la metamorfosis a juveniles.

Los anfibios transgénicos empleados para el estudio fueron anestesiados antes de amputarles los miembros y así se pudo comprobar el crecimiento del músculo en cada caso. El equipo descubrió además que la piel, los huesos, y los tejidos nerviosos también se regeneraron por sí mismos.

Según la universidad japonesa, pionera en el desarrollo de técnicas para la creación de salamandras transgénicas, los mecanismos de estas estrategias “proporcionarán indudablemente claves para la regeneración en otras especies, incluidos los mamíferos”, según los expertos.

Referencia bibliográfica:
Hibiki Vincent Tanaka et al. “A developmentally regulated switch from stem cells to dedifferentiation for limb muscle regeneration in newts” Nature Communications7(11069) 30 de marzo de 2016 doi:10.1038/ncomms11069