La vida y su conservación

Las especies son esenciales en el funcionamiento de la vida en nuestra casa que es nuestro planeta; por eso, es importante conservarlas.
Con este objetivo, tenemos que saber cómo son, cómo se organizan en comunidades y cómo interactúan en los sistemas ecológicos.
En el último siglo XX, hemos visto degradaciones ambientales enormes: muchas especies en extinción o en drástica reducción de sus poblaciones, la destrucción o alteración rápida de sus ecosistemas y cambios nunca vistos en el clima del planeta. Esta gran crisis ambiental ha coincido con la disminución de las ciencias naturales en los centros académicos de referencia.

jueves, 7 de abril de 2016

Nos quedamos sin peces. El modelo de pesca actual no es sostenible.



El modelo de pesca actual no es sostenible. Los datos sobre la explotación pesquera de los últimos años advierten de la necesidad de cambio en esta industria alimentaria. El mar no es una fuente inagotable de recursos y se empieza a notar. El 52 por ciento de los recursos globales pesqueros están plenamente explotados, el 16 por ciento están sobreexplotados y el 7 por ciento, agotados, según datos de la FAO.



El problema de la sobreexplotación pesquera reside en la inexistencia de pronósticos realistas durante décadas. Como ejemplo ilustrativo, en 1866, Thomas Henry Huxley, biólogo británico y defensor acérrimo de las teorías darwinistas de la evolución, negó que las capturas pesqueras pudiesen tener un efecto apreciable sobre la abundancia de especies marinas. Huxley, como otros que le sucedieron, descartó el avance tecnológico como factor de riesgo en la explotación de nuestros mares. Pocos aventuraban que tras aquellos barcos de vela decimonónicos surgirían enormes buques como los que hoy esquilman los océanos. Hace más de cien años, la actual situación de las especies marinas era impensable. En la actualidad, la situación de los mares de hace 150 años parece irrepetible. 


El aumento incontrolado de la población mundial es responsable, en parte, de este agotamiento de los mares.

El número de capturas de especies marinas ha crecido con el número de habitantes del planeta. Desde los años 60, la población mundial ha crecido más del doble, de 3.000 millones a casi 7.000, y esta situación repercute en la explotación de los recursos que tenemos a nuestro alcance.

Si en los ’60 el número de capturas pesqueras representaba unos 40 millones de toneladas anuales, esta cifra se ha transformado en 120 millones en la actualidad.

A diferencia del número de capturas, la población de las especies marinas no aumenta con el paso de los años. Las poblaciones de peces de consumo cada vez son menores por la proliferación descontrolada de los arrastreros modernos. Cada vez hay más barcos y menos peces. Con sentido común, se puede afirmar que no hay futuro en un modelo en el cual sólo el 20 por ciento de las especies son explotadas con moderación. Ni hay futuro en un modelo en el cual un tercio de las capturas son devueltas al mar, en su mayor número muertas.

Los medios de captura son ineficaces porque aniquilan especies no demandadas y especímenes que no han llegado a su tamaño adulto. Además, la pesca con pesos, plomadas y redes de fondo puede devastar hábitats marinos, como ya está ocurriendo en el Atlántico Norte, y los caladeros, como el situado frente a las costas del Sáhara Occidental.


El empleo de la acuicultura, es decir, la cría de especies en piscinas para su consumo, mejora ligeramente la situación, pero no la soluciona.

El ejemplo más mediático de la sobreexplotación está protagonizado por el atún rojo. Numerosas organizaciones han denunciado la “alarmante tendencia” al colapso comercial y ecológico de esta especie mediterránea y atlántica destinada, en su mayor parte, a la elaboración de sushi. Se ha demostrado científicamente que si no cambia la situación, el atún rojo está condenado a la extinción.
Sin embargo y ante todo pronóstico, los Estados presentes en la última reunión de CITES (Convención del Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres) rehusaron la posibilidad de añadir al atún rojo en la lista de especies protegidas

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