Los ruiseñores que migran por los cielos europeos rumbo a países del este, con primaveras más cortas, tienen las alas más largas que sus compañeros que migran hacia el oeste del continente. Esta es la principal conclusión de un estudio internacional con participación española. Hasta ahora, se pensaba que la distancia que recorrían las aves en sus migraciones era el factor más importante en la forma de las alas, pero esta investigación demuestra que el ritmo de avance de la primavera influye más.
Hasta el
momento se creía que la distancia que recorrían los ruiseñores anillados en sus
migraciones europeas era el factor más importante en la diversidad de formas de
sus alas. Sin embargo, el análisis de una veintena de trabajos sobre estos
desplazamientos, liderado por el Instituto Ornitológico de
Suiza, revela que la velocidad de avance de la primavera influye más en la
longitud de las alas de estas aves.
El estudio muestra cómo la evolución puede
moldear la forma de los animales durante su adaptación al medio ambiente
“En este trabajo se amplía el paradigma que utilizamos
para comprender este tipo de adaptaciones, al comprobar que los ruiseñores
tienen alas más largas cuando crían en lugares que no están necesariamente más
alejados de los sitios donde pasan el invierno, sino que tienen primaveras que
avanzan especialmente deprisa”, explica Javier Pérez-Tris, investigador del departamento
de Zoología y Antropología Física de la Universidad Complutense de
Madrid (UCM) y coautor del trabajo.
El estudio, publicado en la revista Ecology and
Evolution, muestra cómo la evolución puede moldear la forma de los animales
durante su adaptación al medio ambiente. Con el ruiseñor común (Luscinia m.
megarhynchos) como modelo de estudio, los científicos observaron una
relación entre la longitud de las alas y la velocidad con la que avanza la primavera
en sus áreas de cría, un total de 28 zonas repartidas por todo el continente,
de Portugal a Turquía y de España a Polonia.
“Este resultado apoya la idea de que la forma de las
alas de las aves es rápidamente moldeable por la selección natural, de modo que
cada población tiene unas alas perfectamente ajustadas a sus necesidades
aerodinámicas concretas”, apunta Pérez-Tris.
El estudio muestra cómo la evolución puede moldear la forma de los animales durante su adaptación al medio ambiente
Un plus de
velocidad
La longitud
de las alas de los ruiseñores analizados –medidas desde la muñeca hasta la
punta– variaba entre los 83,1 milímetros y los 89,2 para machos, y entre 80,3
milímetros y 86,3 para hembras. Los resultados muestran que las alas son más
largas cuanto más al este crían las aves, pero no encuentran relación alguna
con la latitud.
Los ruiseñores orientales tienen alas largas porque sus primaveras avanzan más rápido.
Los
investigadores comprobaron que las diferencias geográficas observadas se deben
a disparidades en la velocidad de avance de la primavera, un parámetro que mide
el ritmo de desarrollo de la vegetación, obtenido a partir de observaciones de
satélites.
De esta
forma, los ruiseñores orientales tienen alas largas porque sus primaveras
avanzan más rápido, mientras que en las localidades occidentales donde la
primavera es más lenta, tienen alas más cortas. En las aves con vuelo batido
como los ruiseñores, las alas más largas les permiten volar más deprisa que las
cortas.
Las
migraciones de los ruiseñores, huyendo de los inviernos fríos, varían entre los
2.500 y los 4.550 kilómetros. Su objetivo fundamental es poder regresar a sus
áreas de cría, haciendo coincidir esta llegada con el momento óptimo para su
reproducción.
“Donde la
primavera avanza rápido es más difícil acertar con ese momento, de manera que
la selección natural ha podido favorecer un aumento de la velocidad en las
poblaciones que se enfrentan a esas condiciones”, señala el zoólogo.
"Los
datos de este estudio existen gracias al esfuerzo de numerosos
voluntarios", destaca el científico
De esta
forma, cuando las poblaciones que vuelven de África comprueban que en Europa la
primavera va muy adelantada una vez que cruzan el Sáhara, aceleran el vuelo
para llegar en el momento óptimo a su lugar de reproducción. Eso lo consiguen
con alas más largas.
Ejemplo de
ciencia ciudadana
Los estudios
analizados se remontan a 1950, lo que pone de manifiesto la importancia de
sostener los programas de seguimiento a largo plazo. “El anillamiento de aves
es uno de los programas más valiosos que existen de lo que hoy llamamos ciencia
ciudadana”, recuerda Pérez-Tris. "Los datos de este estudio existen
gracias al esfuerzo de numerosos voluntarios que han dedicado tiempo y dinero a
contribuir a la causa científica con información de gran calidad”, añade.
De hecho,
Pérez-Tris participa en el estudio no solo como investigador, sino también como
miembro del Grupo de Anillamiento SEO-Monticola, con sede en
la Universidad Autónoma de Madrid.
En el
estudio también han participado el Instituto Michael Otto (Alemania), el
Instituto para la Protección Medioambiental y la Investigación (Italia), el
Instituto de Biodiversidad e Investigación de Ecosistemas (Bulgaria), la
Universidad Ondokuz Mayis (Turquía), la Universidad Eötvös Loránd (Hungría), la
Universidad de Basel (Suiza) y numerosos anilladores voluntarios.
Referencia
bibliográfica:
Steffen
Hahn, Fränzi Korner-Nievergelt, Tamara Emmenegger, Valentin Amrhein, Tibor
Csörgő, Arzu Gursoy, Mihaela Ilieva, Pavel Kverek, Javier Pérez-Tris, Simone
Pirrello, Pavel Zehtindjiev y Volker Salewski. “Longer
wings for faster springs – wing length relates to spring phenology in a
long-distance migrant across its range” Ecology and Evolution, 6
(1): 68-77, enero 2016. DOI: 10.1002/ece3.1862.
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