La sensibilización de la
sociedad respecto al medio ambiente va en aumento. Cada día somos más los que
participamos de manera activa y solidaria en su cuidado con pequeños gestos.
Hace tiempo que separamos las basuras en el hogar para echar después cada cosa
a su contenedor. Hemos cambiado las bombillas incandescentes por leds. Nos
relacionamos con el agua de una manera mucho más responsable, ahorrando allí
donde surge la posibilidad.
Pagamos un poco más cuando nos
cambiamos la lavadora para elegir una de clase A o superior y ahorrar energía.
Vamos a comprar con la bolsa puesta y preferimos los productos ecológicos. Pero
cuando se trata del coche la cosa cambia.
La dependencia del coche y la
solidaridad con el medio ambiente y la salud pública no van de la mano.
Del coche mejor no hablemos. Lo
uso a diario para ir al trabajo, a buscar a los niños a la escuela o para bajar
al centro.
"No sé qué haría sin
él".
"Sí, es cierto, tengo una
parada de bus muy cerca que me lleva, pero es que no es lo mismo."
"No sin mi coche".
¿Y el coste en dinero o en salud?
Entonces echemos un vistazo a los
números del coche en la ciudad: unos datos que son claramente negativos y no
soportan ni una sola comparativa con cualquier otra alternativa de
desplazamiento. Pero cuando hablamos del uso del coche en la ciudad las cuentas
respecto al coste, tanto para nuestra salud como la del medio ambiente, hace
tiempo que superaron lo razonable.
Es cierto que el automóvil ha
sido uno de los protagonistas más destacados de nuestro desarrollo económico y
hasta cultural durante el último siglo y que le debemos buena parte de lo
avanzado hasta hoy.
Un análisis psicológico y
sociológico nos asevera que son muchas las personas que relacionan el uso de su
vehículo privado con la libertad, considerándolo el último reducto de su
intimidad.
Para empezar hagamos cuatro
números respecto al coste económico. Sumamos la compra del vehículo, los
impuestos, el seguro, el gasto en combustible, los peajes, parking, zonas
azules o verdes, la partida de mantenimiento y las posibles averías. Estamos de
acuerdo en que el transporte público es caro, mucho, pero no como el uso del coche
en los desplazamientos.
Ahora un dato medioambiental y de
salud:
Todos coincidimos en que, pese a
la notable reducción que se ha dado en los últimos años, el gran número de
víctimas por accidente de tráfico sigue siendo una de las peores desgracias a
las que debemos hacer frente como sociedad.
Los problemas generados por el ruido en las grandes ciudades son estremecedores.
¿Contabilizamos el número de atropellos? En Barcelona 1 de cada 3 víctimas mortales relacionadas con coches son peatones.
Los problemas generados por el ruido en las grandes ciudades son estremecedores.
¿Contabilizamos el número de atropellos? En Barcelona 1 de cada 3 víctimas mortales relacionadas con coches son peatones.
Pues bien, según la Sociedad
Española de Neumología y Cirugía Torácica cada año mueren en nuestras ciudades
5.000 personas por enfermedades derivadas o agravadas por la contaminación que
provocan los tubos de escape. Eso es casi el triple de los fallecidos por
accidentes de circulación.
Otro dato más. Cada día entran y
salen de las grandes áreas metropolitanas centenares de miles de vehículos (más
de un millón en el caso de Barcelona). Una procesión de coches atascados que
emiten alrededor de doscientos gramos de CO2 por cada kilómetro que recorren
(los modelos viejos mucho mas; los nuevos algo menos).
Según los estudios de movilidad
urbana, el 80 % de esos coches transportan tan solo al conductor, una sola
persona que (en el caso de ir de un lugar a otro del centro de la ciudad)
llegaría antes andando. Estamos hablando de contaminación pero también de
tiempo: del tiempo que perdemos al volante.
Según el último Eurobarómetro, el 96% de los españoles consideramos que el
deterioro medioambiental es un asunto muy serio y el 60% cree que el de la
contaminación ambiental es uno de sus aspectos más graves.
En esta semana de la movilidad
sostenible y segura quiero remarcar la importancia de optar por otra manera de
movernos, alternativa al coche privado, para echarle una mano al medio ambiente
y ganar en salud. Porque al dejar las llaves del coche en el cajón y coger la
bici, compartir vehículo con el vecino, adquirir un bono de transporte público
o simplemente ir a pie ganamos tiempo para nosotros, mejora nuestra economía,
nuestra salud y la del entorno.
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