El oso pardo en el
Pirineo Occidental: tiempos mejores que en el pasado, pero con las
incertidumbres y desafíos propios de un úrsido.
Desde
que en 1996 se inició la suelta de osos eslovenos para recuperar la
población de los Pirineos, el número no ha dejado de crecer, y en la
actualidad al menos 35 osos se mueven por las dos vertientes del macizo
montañoso. Pero prácticamente todos ellos se concentran en el Pirineo
Central, en el Valle de Arán y el Parque Natural del Alto Pirineo
(Lérida) y en los Departamentos franceses de Ariège y Haute Garonne,
entrando algún individuo en los montes de Andorra y del Pirineo Oriental
y del noreste de Huesca.
Por
el contrario, el núcleo del Pirineo occidental –ubicado entre el
noreste de Navarra, el noroeste de Huesca y el sur del Bearn francés-
parece abocado a la extinción. Se trata de una verdadera tragedia,
porque los valles del Roncal, Ansó, Hecho y los bosques del Bearn
francés en Aspe y Ossau han constituido el último reducto pirenaico del
oso a lo largo del siglo XX.
De
hecho, en 1970 quedaban unos 25-30 osos en el Pirineo occidental y solo
6-9 en el central. Entre 1982 y 1984, la cifra se había reducido a
13-14 adultos en el Pirineo occidental y solo 4 en el central.
Cuando
a mediados de los años 90 se decidió reforzar la población pirenaica
con osos eslovenos, se había previsto la suelta en la vertiente francesa
del Pirineo occidental, donde sobrevivían una sola hembra y unos pocos
machos autóctonos.
Y
así llegamos al momento actual. En mayo de 2016, solo hay dos machos
vagando por los bosques del Pirineo occidental, desconectados de la
subpoblación principal del Pirineo Central: se trata de Neré y
Cannellito. El primero es un oso esloveno nacido en 1997 de Ziva (una
de las dos osas eslovenas liberadas -ambas preñadas- en 1996), que se
dispersó en 2002 desde el Valle de Arán al Pirineo occidental. Allí se
apareó con la última osa autóctona, Cannelle, que diez meses antes de
ser abatida por un cazador a finales de 2004 había parido a Cannellito,
un macho de origen mixto que ahora tiene ya 12 años. En las
circunstancias actuales, la viabilidad de esta subpoblación occidental
es prácticamente nula, ya que es muy improbable que alguna de las
hembras del núcleo central se disperse y se establezca en los
territorios del viejo Neré (19 años) y de su hijo Cannellito. Si no se
toma ninguna medida, estos machos acabarán muriendo sin tener opción de
reproducirse.
La
única posibilidad de recuperar la subpoblación occidental es la
introducción de hembras eslovenas. Las condiciones ecológicas son
perfectas: los montes están bien conservados y se han hecho más salvajes
en las últimas décadas. Pero habría que ver si las condiciones sociales
han mejorado. Hay motivos que nos inducen a pensar que la animadversión
hacia el oso se ha reducido en la zona occidental. La experiencia de
Cataluña con los osos reintroducidos en las dos últimas décadas muestra
que una adecuada protección al ganado puede reducir los daños casi a
cero. En el Pirineo central, el rechazo inicial al plantígrado se ha ido
desvaneciendo, y cada vez hay más sectores que ven en el oso un
elemento importante del desarrollo rural.
Tales
motivos nos inducen a ser moderadamente optimistas ante la perspectiva
de un reforzamiento en el núcleo occidental. Convendría estudiar las
posibilidades de conexión futura de las dos subpoblaciones pirenaicas y
otros aspectos ecológicos. Pero, sobre todo, habría que preparar el
terreno en el aspecto social, favoreciendo la mejor convivencia entre la
ganadería extensiva de ovino, la apicultura y los osos, aportando
información abundante y buscando el consenso con la población local. La
experiencia acumulada en la Cordillera Cantábrica y en el Pirineo
central será de gran utilidad, y el esfuerzo merecería sin duda la pena.
Los magníficos bosques de Roncesvalles, Hecho y Ansó no podrán estar
completos sin la presencia del oso.
Se
ha avanzado mucho en la reistautación de las agónicas polaciones de oso
pardo en el Pirineo; no obstante, no se puede caer en la euforia irreal
sobre los desafíos que le quedan a esta especie tanto a nivel social de
aceptación antrópica como en el alcanzar territorios donde hoy es
ausente, y qué hy por hoy son la mayoria.