Sara Carlson, eperta en biodiversidad y gestión de recursos naturales, explica en este documento, los avances tecnológicos que pueden ayudar a proteger ese bien escaso y preciado, llamado biodiversidad.
El mercado negro de animales protegidos -un negocio ilegal que mueve 19.000 millones de dólares al año- está poniendo en peligro décadas de políticas de conservación y protección del medio ambiente.
Varias especies de animales como elefantes, tigres, rinocerontes, pingüinos, tortugas, tiburones o aves se encuentran cerca de la extinción. Vendidos vivos como mascotas exóticas; y muertos para ser exhibidos como trofeos o utilizados para rituales religiosos y medicinas alternativas, la demanda de estos animales ha empujado los precios del mercado hasta alcanzar cifras astronómicas.
Un negocio que se beneficia además de las posibilidades de anonimato, difícil regulación y economía global que aporta Internet.
“Los cazadores furtivos y los traficantes se han convertido en grandes conocedores de la tecnología, afirma Sara Carlson, especialista en biodiversidad y recursos naturales de USAID (Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional), “pero estamos ganándoles terreno y vamos a vencerles en su propio terreno”.
En efecto, gracias a la tecnología, las autoridades y organizaciones encargadas de combatir el mercado negro de especies animales están consiguiendo descubrir y desmantelar alguna de estas redes.
Para luchar contra estas mafias USAID ha unido sus fuerzas con otras tres prestigiosas instituciones, el National Geographic, el Smithsonian Institute y Traffic, y han puesto en marcha el Wildlife Crime Tech Challenge.
Wildlife and forest crime by Traffic
Se trata de una llamada a la comunidad mundial para que, utilizando el poder de la ciencia y la tecnología, se ponga fin a un negocio ilegal que expolia algo que es patrimonio de todos.
Más de 300 proyectos de 52 países se han presentado al reto. Entre los 16 finalistas (que ya han obtenido un premio de 10.000 dólares y asistencia técnica para desarrollar sus propuestas) hay un dispositivo portátil que puede realizar pruebas de ADN en una hora, un sensor olfativo que permite detectar animales ocultos entre la carga en equipajes, o una aplicación para smartphones, con la que los usuarios pueden distinguir si los peces de un acuario que pertenecen a especies protegidas han sido criados en cautividad o capturados de forma ilegal.
El ganador se llevará 500.000 dólares, una cantidad sin duda importante, aunque el mayor premio, como afirma Sara Carlson será “resolver este problema pronto. Tenemos la tecnología y la capacidad para hacerlo”.
Texto: José L. Álvarez Cedena
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