Edward Osborne Wilson (10 de junio de 1929, Birmingham) es un entomólogo y biólogo estadounidense conocido por su trabajo en evolución y sociobiología. Wilson es el gran especialista en hormigas y en su utilización de feromonas como medio de comunicación.
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Wilson es uno de los científicos de más reputación nacional e internacional. Tras obtener el bachiller en ciencias y el máster en Biología en la Universidad de Alabama (Tuscaloosa), se doctora en la Universidad de Harvard. Actualmente, Wilson es profesor honorario y conservador del museo de zoología comparada en Harvard.
El Dr. Wilson es una de las dos únicas personas que han recibido la concesión más alta en ciencias de Estados Unidos, la Medalla Nacional a la Ciencia, y el premio Pulitzer en literatura, este último en dos ocasiones.
La Real Academia Sueca, que concede el Premio Nobel le concedió al Dr. Wilson el premio Crafoord, una concesión diseñada para cubrir las áreas no cubiertas por los premios Nobel (biología, oceanografía, matemáticas, astronomía generales). Fue galardonado con el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento 2010 en la categoría de Ecología y Biología de la Conservación por acuñar el concepto de biodiversidad y contribuir extraordinariamente a concienciar a la sociedad de su valor.
Edward O. Wilson asegura haber tenido una época de atracción por las mariposas, otra por las serpientes, otra por los pájaros... Pero a los siete
años un accidente de pesca decidió por él cuál sería su pasión definitiva.
Durante una dura lucha con un sargo, el anzuelo se soltó de la boca del pez y
se le clavó en el ojo derecho, en el que perdió la visión para siempre. Poco
después, durante una escucha de cantos de ranas, descubrió que además era
bastante duro de oído. De manera que sólo le quedaba dedicarse a aquellos
animales que pudiera sostener entre sus dedos índice y pulgar. Es el mayor
especialista del mundo en hormigas, padre de la Sociobiología y creador del
concepto de Biodiversidad.
La Creación, su último libro, recién publicado en España por Katz Editores,
pretende dejar de un lado la polémica impulsada por los creacionistas en torno a
si Dios tiene o no que ver en la evolución y firmar una alianza para frenar el
deterioro del medio natural.
PREGUNTA.— ¿Por qué dirige su último libro a un reverendo?
RESPUESTA.— Con La Creación pretendo, en primer lugar, hacer llegar al mayor grupo
de personas posible el mensaje de que el mundo vivo está disminuyendo debido
a la acción de la Humanidad. Y, además, pretendo forjar un pacto entre la
Ciencia y la Religión para tratar de solucionar el problema. En Estado
Unidos, como sabes, la población religiosa es inusualmente grande y los
fieles religiosos son en su mayor parte partidarios de la conservación del
medio.
P.— ¿Cuándo empezó su
pasión por la naturaleza?
R.— Comencé a observar la
naturaleza a la edad de nueve años, pero esto, realmente, no es del todo
inusual. La mayoría de los niños tienen una fascinación innata por las
criaturas vivas, y si la desarrollan de una cierta manera esta pasión puede
incluir a los animales más pequeños, como los insectos, de la misma manera
que contempla a los más grandes y llamativos como los pájaros o los reptiles.
Empecé de niño a coger mariposas y a observar a los insectos, y desde
entonces nunca he podido abandonar esa obsesión.
P.— ¿Tuvieron las
hormigas algo que ver con los primeros pasos de su observación de la vida?
R.— Sí. Me di cuenta muy
joven de que las hormigas eran especiales porque eran organismos muy sociales
y al mismo tiempo extremadamente abundantes. Muy pronto aprendí la profesión
de entomólogo y descubrí que se podía llegar a vivir de ello. En otras
palabras, me creí mi propio sueño de que yo mismo podría hacer algún día
estudios sobre la vida de los insectos. Y poco después ya no podía pensar en
ser otra cosa que no fuese entomólogo.
P.— ¿Cree que el
movimiento de especies de un continente a otro debido a la globalización
puede llegar a ser un problema grave?
R.— Las especies
extranjeras de hormigas, como la hormiga argentina, son un problema muy
grande alrededor del mundo. Se trata de un tipo de globalización que nadie
quiere. El daño que éstas pueden causar puede ser enorme. A propósito de la
Historia de España, hace poco deduje la identidad de la hormiga que aumentó
hasta adoptar proporciones de plaga en La Española, en el mar Caribe,
alrededor de 1518, y que llegó a expulsar a los colonos españoles de la isla.
El insecto era la hormiga de fuego (Solenopsis geminata). Esta especie aún se
puede encontrar a lo largo de las Antillas, pero está relativamente domesticada.
Todavía es abundante, aunque nunca llega a alcanzar niveles de plaga.
P.— En su último libro no
ve problema alguno en la extinción de algunos organismos dañinos para el
hombre, como el piojo o el mosquito anofeles. ¿Por qué?
R.— Estoy a favor de la
eliminación de sólo una pequeña fracción de especies, aproximadamente una de
cada millón, que son una amenaza directa para la salud humana. El piojo
humano es una de ellas y las especies de mosquito del grupo del Anopheles
gambiae, que están especializados en la sangre humana y transmiten la malaria
en África, son sólo otro ejemplo. Tanto la naturaleza como la Humanidad
pueden sobrevivir sin ellos.
P.— ¿Cuáles pueden ser
las consecuencias de un incendio o de la tala de un bosque?
R.— La destrucción de un
bosque causa profundos cambios a todos los niveles. El suelo se degrada y
muchas especies de plantas y de animales llegan a extinguirse localmente. La
capacidad del suelo para retener agua se reduce y buena parte del suelo se
lava corriente abajo antes de que la regeneración de un nuevo crecimiento
pueda tener lugar. En los trópicos esto ocurre de forma especialmente
intensa. La regeneración completa de un bosque puede llevar siglos, si es que
llega a producirse algún día.
P.— ¿Las selvas o las
sabanas tienen mayor importancia ecológica que los ecosistemas bacterianos?
R.— Desde luego que no.
Sin las bacterias, casi cualquier otra forma de vida menguaría y disminuiría.
Sin los grandes organismos que habitan los bosques tropicales y las sabanas,
la Tierra sólo volvería al estado primitivo en el que se encontraba hace
1.000 millones de años.
P.— ¿Qué significaría
para nuestro mundo natural el avance de la sexta gran extinción?
R.— Si el actual proceso
de extinción en masa no se comienza a frenar y, finalmente, llega a su fin,
la mitad de las especies de plantas y animales que habitan la Tierra
desaparecerá o se encontrará al borde de la extinción antes de que acabe este
siglo, según las estimaciones actuales.
P.— ¿El cambio climático
es el único responsable de esta gran extinción?
R.— No. Sus consecuencias
son extremadamente serias, y más durante este periodo inicial del cambio
climático. Sin embargo, el mayor problema al que se enfrentan las especies es
la indiscutible destrucción de los hábitats debido a la deforestación, a la
conversión de las praderas en campo de cultivo agrícola y a la transformación
de los pantanos.
P.— ¿Qué escribiría hoy
Henry David Thoreau en su obra Walden si viese el estado actual del medio
ambiente?
R.— Estoy convencido de
que Henry David Thoreau sería un ecologista enfadado y muy activo y de que
Walden expresaría ese sentimiento. En la década de 1840 en la que él escribió
esta obra de referencia para el ecologismo de cualquier época, aún no había
suficientes evidencias del deterioro que sufrimos en la actualidad.
P.— ¿Qué ventajas tiene
para la biodiversidad la nueva enciclopedia de la vida en la que trabaja?
R.— Estamos de algún modo
volando a ciegas sobre nuestro futuro ambiental. Hay que cambiar esto
urgentemente. Necesitamos tener la biosfera explorada de un modo adecuado
para poder comprenderla y gestionarla. Debería ser un proyecto de gran
entidad científica, equivalente al Proyecto Genoma Humano. Por eso deseo que
los científicos podamos trabajar juntos para ayudar a crear una herramienta
clave para preservar la biodiversidad. Eso es la enciclopedia de la vida.
P.— ¿Estamos a tiempo de
actuar contra las consecuencias de la actividad humana sobre la Tierra?
R.— Sí, claro. Perderemos
muchos ecosistemas y muchas especies hagamos lo que hagamos. Pero todavía
podemos evitar las últimas pérdidas de una fracción de organismos que
desaparecerán si no hacemos nada.
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Galería
Mi nombre es Andrés Requejo de las Heras, Biólogo. Mi diario blog profesional medioambiental pretende hacer un alto en el camino para centrarse en el respeto y cuidado de nuestro entorno. Para ello, las entradas buscan reflexionar mediante la exposición de temas ambientales novedosos dentro del amplio abanico que ocupa el término y sector del medio ambiente.
La vida y su conservación
Las especies son esenciales en el funcionamiento de la vida en nuestra casa que es nuestro planeta; por eso, es importante conservarlas.
Con este objetivo, tenemos que saber cómo son, cómo se organizan en comunidades y cómo interactúan en los sistemas ecológicos.
En el último siglo XX, hemos visto degradaciones ambientales enormes: muchas especies en extinción o en drástica reducción de sus poblaciones, la destrucción o alteración rápida de sus ecosistemas y cambios nunca vistos en el clima del planeta. Esta gran crisis ambiental ha coincido con la disminución de las ciencias naturales en los centros académicos de referencia.
Con este objetivo, tenemos que saber cómo son, cómo se organizan en comunidades y cómo interactúan en los sistemas ecológicos.
En el último siglo XX, hemos visto degradaciones ambientales enormes: muchas especies en extinción o en drástica reducción de sus poblaciones, la destrucción o alteración rápida de sus ecosistemas y cambios nunca vistos en el clima del planeta. Esta gran crisis ambiental ha coincido con la disminución de las ciencias naturales en los centros académicos de referencia.
miércoles, 7 de octubre de 2015
Edward O. Wilson; ENTREVISTA sobre hormigas, sociobiología, biodiversidad y la 6 sexta extinción
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