El mundo vivo
es un sistema entrelazado. Hay bacterias dañinas, pero nosotros necesitamos
miles de millones de bacterias en nuestros intestinos (la ''flora intestinal'')
para poder digerir los alimentos y poder vivir. Un mundo aséptico es un mundo muerto.
El petróleo es un mundo muerto. Es el resultado de la
descomposición de animalillos, desde bacterias a gusanos, que vivieron hace 300
millones de años en la etapa geológica que denominamos ''Carbonífero''. Es una
mezcla de grasa e hidrocarburos ligeros que puede moverse como un fluido
viscoso. Una vez que se deposita sobre una superficie, ésta deja de poder
intercambiar gases, de recibir luz y, además, mientras está en suspensión en el
agua, se adhiere a la superficie de los seres vivos (peces, mamíferos, aves) e
impide sus movimientos al actuar como un pegamento y les produce la muerte.
Adicionalmente, al ser un mineral que sale del
subsuelo, normalmente el petróleo contiene substancias tóxicas, metales como
cromo, cesio y otros muchos que, aunque se dan en trazas minúsculas, son
precisamente esas trazas minúsculas las que envenenan.
El petróleo acaba desapareciendo de las zonas
contaminadas. Lo digieren las bacterias correspondientes, salvo sus componentes
mas venenosos. Pero también ocurre que la vida en esas zonas cambia de forma.
Si había corales, desaparecen. Las especies de peces de importancia económica
se mudan a otros lugares y la recuperación, muy lenta, da como resultado una
vida distinta de la anterior en la zona de los vertidos.
Quien habla de vertidos de petróleo, habla de los
vertidos de basura, de los vertidos de substancias venenosas, como los
fosfoyesos de Huelva, el vertido de Boliden en Aznalcollar y el vertido de agua
y gas radiactivos en Fukushima, el vertido de isocianato de metilo en Bhopal,
etcétera.
El problema de los vertidos tóxicos
es el mismo que el de las inversiones tóxicas de las compañías financieras. La
legislación mundial, incluida la española, considera que los gastos se reparten
entre todos los ciudadanos, mientras que los beneficios se concentran en las
empresas.
En una conversación con un par de
agentes oficiales de las empresas nucleares de España, les pregunté: ''¿Quien
paga un accidente?''. ''El seguro'', contestaron. ''Pero, ¿un accidente tipo
Fukushima?''. ''Los ciudadanos a través del Estado''.
Las empresas nunca pierden
La lógica de las empresas es evidente. Los
beneficiarios de la gasolina son los ciudadanos, que se pueden mover gracias a
ella. Si las empresas tuviesen que pagar seguros para considerar casos como el
del 'Prestige', los costes se repercutirían sobre los usuarios en cada recarga
de gasolina y al final pagarían siempre los mismos.
Pero esa lógica no es correcta.
Mientras los modelos económicos al
uso, por desidia de sus creadores, señalan como ''externalidades'' conceptos
que son internos al propio modelo, la realidad es que las externalidades las
debe asumir la empresa que las promueve. ¿Por qué? Porque si se hace así, la empresa, que
quiere vender y por tanto tener precios bajos, ya se preocupará de que los
accidentes no se produzcan.
Por ejemplo, si Boliden, empresa sueca, hubiese
incluido como internos los gastos de limpieza y arreglo del desastre, se
hubiese cuidado muy mucho de: a) No dejar los vertidos sin tratar, b) que la
balsa estuviese hecha con pilotes y muros de hormigón y fuese mantenida
constantemente, costase lo que costase, pues siempre costaría menos que sus
responsabilidades financieras ante los vertidos.
Exactamente lo mismo pasa con los barcos. La
legislación mundial, y la española en particular, no reconoce responsabilidades
a nadie ni por vertidos ni por cualquier otro accidente producido por ellos. El
gobierno español, por ejemplo, acepta que una compañía española, Petra S.A.,
por poner un nombre, cuyo negocio es el petróleo, utilice barcos registrados en
paraísos legales, de empresas de empresas de empresas, cuya responsabilidad
ante un vertido tóxico se diluye como un azucarillo en el café. Bastaría con
que España prohibiese a Petra que utilizase barcos ajenos no registrados en
España, para que Petra (es solo un ejemplo), tuviese siempre barcos de primera
mano, cuidados hasta la última tuerca y que no navegasen en tormentas cuando
estas tuviesen lugar.
Exactamente lo mismo ocurre con los vertidos químicos
y nucleares. Mientras los países acepten las condiciones de escurrir el bulto
de las empresas en vez de las empresas aceptar las normas de los países,
tendremos estos casos.
Y recordemos los españoles, y los canarios en
particular, que los pozos de perforación se rompen y el petróleo inunda no un
kilómetro de costa y una zona de reserva marina, sino todo el Golfo de México,
y que el riesgo de la explotación de petróleo en Canarias, para sacar ese
líquido pestífero durante 10 años, es que todo el archipiélago se cubra de alquitrán,
sin haber sacado nada a cambio, pues ¿que gana cada canario con el petróleo que
salga de los pozos?
El vertido de BP causado por la salida del petróleo
del pozo del Golfo de México ocupó 180.000 kilómetros cuadrados, que es la misma
superficie que tiene el archipiélago. Lo que sabemos de la naturaleza y la vida
social es que los accidentes no pueden evitarse de ninguna manera.
Si es así, ¿por que jugar con fuego?
¿Cuanto tiempo vamos a poder estar
sacando petróleo? ¿10, 20 años?
Eso es cero en la vida de las sociedades humanas.
La energía solar es esencialmente eterna, a escala
humana. Miles de millones de años. ¿No sería mejor para Petra, por ejemplo, y
para los canarios, en particular, sacar toda su energía, incluida la que
necesitan para moverse, del sol, que tienen a raudales, en vez de pozos de
porquería que pueden llenar al archipiélago de basura a cambio de nada?
Importante: Los vertidos son dañinos porque cambian el ecosistema natural. El que
tenemos funciona. No sabemos como será el nuevo tras el vertido, pero sabemos
con seguridad que será peor que el original, pues el veneno nunca deja nada
bueno a su paso.
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