Los castores
europeos (Castor fiber) son los roedores más grandes de eurasia y están
muy ligados a las riberas de ríos y otras zonas de agua donde construyen sus
características presas o diques. En el interior de estas formaciones suelen
construir su madriguera aunque a veces también la sitúan en uno de los márgenes
del curso acuático. Gracias a sus poderosos incisivos son capaces de derribar
árboles con los que construyen estos diques y que a su vez les proporcionan
alimento.
El castor
europeo (Castor fiber) habita en las regiones frías
de Eurasia,
principalmente en Rusia.
Es un poco más pequeño que su pariente americano.
Desde la antigüedad fueron cazados, comprometiendo su supervivencia. En algunos
países donde antes vivían, como España
y el Reino Unido,
fueron erradicados debido a esta cacería desmedida, y aunque en la era moderna
la especie se encuentra ligeramente amenazada, cada vez son más los esfuerzos
realizados para restablecer sus poblaciones en todo el continente, por lo que
la población de esta especie va en aumento.
Se calcula que su número ronda los
600.000 individuos. Para colaborar en este proyecto de repoblación, algunos
organismos, como la Unión Europea (UE), y acuerdos internacionales,
como el Convenio
sobre el Comercio Internacional de Especies de Fauna y Flora Salvaje Amenazadas
(CITES), administrado por el Programa de
las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), se encargan de
proteger a este roedor.
Los
castores son capaces de aparearse en casi cualquier etapa de su vida, y son monógamos
—aunque si su pareja muere, pueden conseguir otra—. Su monogamia se debe
principalmente a que, para el correcto cuidado de las crías, es necesario que
ambos padres colaboren, ya que uno solo no sería capaz de cuidarlas. Por lo
tanto, deben permanecer unidos todo el tiempo para que la reproducción tenga
éxito.
Como
se ha dicho, estos animales son conocidos por su habilidad natural para
construir diques
en ríos
y arroyos,
y sus hogares —llamados castoreras— en los estanques
que se crean a causa del bloqueo del dique en la corriente de agua. Para la
edificación de estas estructuras, utilizan principalmente los troncos de los árboles
que derriban con sus poderosos incisivos. A pesar de la gran cantidad de árboles que talan,
los castores no suelen perjudicar el ecosistema
en el que viven; por el contrario, lo mantienen saludable, pues sus diques
proveen una gran cantidad de beneficios. Entre otras cosas, estas barreras
propician la creación de humedales, ayudan a controlar inundaciones
y eliminan contaminantes de la corriente.
Desde
hace cientos de años, los castores forman parte de la cultura popular y en
algunos casos han tenido una gran influencia en el desarrollo de las sociedades
humanas, pues la búsqueda de sus pieles fue uno de los factores que impulsaron
la exploración y el posterior desarrollo económico de Norteamérica. Esto fue
debido al valor comercial de sus pieles y de otros productos obtenidos de
ellos, como el castóreo muy cotizada
en artículos de perfumería, además del deterioro de los hábitats acuáticos, muy
posiblemente el castor hubiera mantenido poblaciones viables hasta la actualidad.
El
castor en España
El Valle del
Ebro o Cuenca ibérica, región donde fueron liberados los castores.
Estos animales han vivido en la península ibérica
hasta hace no mucho tiempo. Hay restos de castores en yacimientos arqueológicos
(incluso en Atapuerca) y los últimos registros de la especie como residente
datan del siglo XVII lo que demuestra que no es una especie ajena a nuestros
ríos y si no fuera por la importante persecución que sufrieron por su piel y
por una secreción glandular llamada castóreo.
El
historiador romano Apiano nos habla de su abundancia en el río Betis
(Guadalquivir); existió en todos los ríos “importantes” del norte de Iberia, e
incluso existen restos óseos en Atapuerca y yacimientos arqueológicos del siglo
VI. El naturalista suizo Konrad von Gesner cita la especie en España incluso en
el año 1583, dato difícil de refutar, ante lo inconfundible de la especie. Por
lo tanto, el castor europeo es una especie propia de nuestra fauna, la caza y
presión humana llevó a esta especie a la extinción local en la península
Ibérica en el Siglo XVIII y a casi su extinción total en Europa. Varios
expertos coinciden en que la extinción en España debió producirse en la década
de 1850 en la cuenca del Duero.
A
partir de 2005
se comenzaron a hallar una serie de indicios que sugerían la presencia de una
población de castores en el norte de España,
más específicamente en Navarra y en La Rioja; tales pruebas incluían árboles
talados, huellas, restos de forrajeo, excrementos
y marcas de castóreo, entre otras. El castor ya había habitado anteriormente en
España, pero desapareció de la zona desde por lo menos el siglo XVII
debido al surgimiento de las armas de fuego, con las que se le cazaba para
obtener su carne y su grasa. Un tiempo después de que se comenzaran a hallar
aquellos indicios, se descubriría que un grupo ecologista había liberado en la
primavera de 2003
a 18 castores europeos provenientes de Baviera en los ríos Ebro, Aragón
y Cidacos.
Se ha alegado que los castores aparecidos en el Ebro eran procedentes de Rusia
y que éstos podrían haber sido híbridos de castor europeo y americano. Sin
embargo, las dos especies son incompatibles para la reproducción y nunca se han
descrito híbridos.
La
reintroducción de los roedores desató un intenso debate acerca de las ventajas
y desventajas del regreso de estos animales a la península Ibérica. Por un lado, se argumentaba
que la reintroducción no se había realizado naturalmente, y según el Ministerio de Medio Ambiente de
España, ésta se había llevado a cabo de forma clandestina e ilegal. También
se alegaba que la llegada de los castores podría perjudicar a algunas especies
protegidas en la zona, como el visón europeo
y la nutria.
En contraparte, los defensores de los castores, entre los que se encontraba un grupo ecologista belga llamado Pays des castors (País de los castores), aseguraban que estos animales traerían beneficios para la zona y la biodiversidad de la misma, incluyendo al visón europeo. En realidad ambas especies habitan juntas en algunas partes del norte de Europa, no obstante, su forma de interactuar posiblemente sería diferente en la Península Ibérica, pues los ecosistemas de tipo mediterráneo presentes en España son muy diferentes a los de tipo taiga que hay en el norte del continente y que son mucho más boscosos. El argumento de que la presencia de los castores podría ser benéfica para la biodiversidad se vio debilitado más adelante, pues estos roedores habían dañado principalmente los bosques de sauces y chopos, los cuales eran precisamente el hábitat del visón europeo.
En contraparte, los defensores de los castores, entre los que se encontraba un grupo ecologista belga llamado Pays des castors (País de los castores), aseguraban que estos animales traerían beneficios para la zona y la biodiversidad de la misma, incluyendo al visón europeo. En realidad ambas especies habitan juntas en algunas partes del norte de Europa, no obstante, su forma de interactuar posiblemente sería diferente en la Península Ibérica, pues los ecosistemas de tipo mediterráneo presentes en España son muy diferentes a los de tipo taiga que hay en el norte del continente y que son mucho más boscosos. El argumento de que la presencia de los castores podría ser benéfica para la biodiversidad se vio debilitado más adelante, pues estos roedores habían dañado principalmente los bosques de sauces y chopos, los cuales eran precisamente el hábitat del visón europeo.
Estos
bosques se encuentran hoy alteradísimos por el hombre por lo que la interacción
del castor sería inapreciable, en comparación con los millones de euros que se
destinan en toda la cuenca del Ebro a canalizaciones, encauzamientos y
repoblaciones de chopos híbridos o clones.
Como
las administraciones navarras y riojanas consideraron que la especie llegó de
forma clandestina al país, los gobiernos de estas entidades presentaron el caso
en junio de 2007
ante el Comité de
Flora y Fauna de España, mismo que consultó a la Comisión Europea, ya que el castor es una
especie protegida por la Unión Europea.
Finalmente, la Comisión consideró que la especie se encontraba fuera de su
distribución natural, por lo que no se opuso a su erradicación en las zonas
mencionadas.
Desde
1950 el castor ha sido reintroducido y traslocado en toda Franciadesde la
cuenca del Bajo Ródano, en diversos cauces de la cuenca atlántica. Igualmente
se han realizado esfuerzos de traslocación en Bélgica, Suecia, Finlandia y Alemania.
Muy recientemente se ha restablecido en Escocia, donde es un recurso turístico
de primer orden. Únicamente está ausente de Portugal e Italia y en todos los
países europeos se están realizando esfuerzos por su conservación y
restablecimiento, excepto en España, donde se intenta erradicar.
Tal
como indica la obra Wildlife comeback in Europe: The recovery of selected
mammal and bird species, actualmente los expertos coinciden en que esta
especie supone una gran oportunidad para promover los efectos ecológicos
positivos del castor como ingeniería ecológica, incluyendo el aumento de la
biodiversidad como resultado de cambios inducidos por el castor en hábitat, y
este ha sido el foco de más reciente investigación. A través de la creación de
estanques, el castor aumenta la cantidad de nutrientes disponibles, que conduce
a las algas y el crecimiento de las plantas. Como resultado, se incrementa la
riqueza de especies de invertebrados y la biomasa
son más altos en las corrientes fluviales con castor por sus influencias
directas y los claros que crea la especie.
En
Baviera, se registraron 38 especies de libélula en los sitios de castor, con 11
beneficiarios directos de la presencia de la especie del castor.
Sin embargo, los vertebrados especies también se benefician: se incrementa al doble las especies de peces en hábitat del castor de influencia, con densidades de hasta 80 veces mayores que en los sitios sin castor.
Sin embargo, los vertebrados especies también se benefician: se incrementa al doble las especies de peces en hábitat del castor de influencia, con densidades de hasta 80 veces mayores que en los sitios sin castor.
Un
mayor número de especies de anfibios aparecieron en los sitios de castor en la
región de Eifel y Baviera, donde la mitad de los 12 especies se benefició
directamente de actividad de los castores.
En un estudio de Rusia sobre anfibios, la productividad fue mayor en comparación con sitios con castor a sitios sin castor. Además de este aumento en la diversidad de peces y el efecto beneficioso de la presa sobre los anfibios, los hábitats del castor aporta una mayor variedad de aves, con más de 50 especies raras registradas en Baviera, o un incremento, por ejemplo, de la cigüeña negra (Ciconia nigra) en Europa Central.
En un estudio de Rusia sobre anfibios, la productividad fue mayor en comparación con sitios con castor a sitios sin castor. Además de este aumento en la diversidad de peces y el efecto beneficioso de la presa sobre los anfibios, los hábitats del castor aporta una mayor variedad de aves, con más de 50 especies raras registradas en Baviera, o un incremento, por ejemplo, de la cigüeña negra (Ciconia nigra) en Europa Central.
Hay
también evidencias de que otros mamíferos como la nutria, que puede utilizar
los troncos cortados por el castor como áreas de reposo, además de aprovechar
este aumento de la disponibilidad de alimentos.
Más
recientemente, estudios han demostrado un efecto positivo del claros creados
por el castor para los murciélagos insectívoros, proporcionando nuevos sitios
de caza y alimentación para especies como Pipistrellus spp.
En
términos más generales, el castor puede apoyar la necesaria restauración de los
cursos de agua llevadas a cabo en respuesta al cambio climático y mitigar sus
efectos, como el aumento de las inundaciones con un coste extremadamente bajo.
Después
de una larga ausencia de una gran parte de su área de distribución, el castor
euroasiático, ahora poco a poco, reclama su papel como ingeniero ecológico y
especie clave en las aguas dulces de Europa y sus ecosistemas. Sin duda, la
especie se incrementarán más en número y distribución en las próxima décadas en
toda Europa Occidental, sobre todo en cuencas donde no exista un confinamiento
de tramos fluviales debido a fuertes barreras artificiales que impidan
dispersarse a la especia. Este taxón debe gestionarse a escala de cuenca.
Los
beneficios asociados a la restauración fluvial y el potencial para el turismo, son
obviamente mayores que el costo de los daños relacionados con el castor. Existe
un estudio de la Universidad de Oxford donde se destaca el beneficio económico
de restablecer la especie. Debe, permitirse la coexistencia pacífica y el mutuo
beneficio del castor y el hombre en la Península Ibérica. Véase DEINET, S., et
al. (2013).
¿Por qué España es el único país que quiere erradicar
al castor europeo, especie autoctona y extinguida antes de ser reintroducida en
la cuenca del Ebro - Aragón, Navarra y La Rioja - quieren exterminar a una
especie que hasta hace muy poco vivía en nuestros ríos y que aporta diversidad
a nuestros ecosistemas?
Pues bien, desde el año 2000 se tiene constancia de la
presencia nuevamente de castores en la cuenca del río Ebro gracias a una suelta
ilegal (acto reprovable y condenable) de unos ejemplares que provinieron de un
centro de cría en cautividad alemán. A partir de ese momento la población de
estos roedores ha ido en aumento.
La respuesta de los gobiernos de Navarra y Aragón,
lejos de celebrar un aumento en la biodiversidad de sus comunidades, ha sido
promover campañas de erradicación con el resultado de unos 100 ejemplares
eutanasiados hasta la fecha.
Los políticos, como siempre, defendiendo interesses de particulares, si son poderosos, claro, frente al bien común o a la opinión de los científicos.
ResponderEliminarHoy en día afortunadamente para los diferentes ecosistemas fluviales, los Castores Españoles ya sé encuentran protegidos y comienzan a expandirse.
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