La vida y su conservación

Las especies son esenciales en el funcionamiento de la vida en nuestra casa que es nuestro planeta; por eso, es importante conservarlas.
Con este objetivo, tenemos que saber cómo son, cómo se organizan en comunidades y cómo interactúan en los sistemas ecológicos.
En el último siglo XX, hemos visto degradaciones ambientales enormes: muchas especies en extinción o en drástica reducción de sus poblaciones, la destrucción o alteración rápida de sus ecosistemas y cambios nunca vistos en el clima del planeta. Esta gran crisis ambiental ha coincido con la disminución de las ciencias naturales en los centros académicos de referencia.

martes, 2 de diciembre de 2014

El Festival de las Grullas, interesante propuesta de educación ambiental y de democratizar el patrimonio natural.



Se reunirán 3.000 personas en el Festival, que ofrece un programa lleno de actividades abiertas a todo el público, entre las que se incluyen rutas senderistas, rutas de cicloturismo, un vuelo cautivo en globo para observar a las grullas, 20 talleres infantiles, cuentacuentos, paseos teatralizados o un “desayuno con grullas”.


El Festival de las Grullas en Extremadura organizado por la Dirección General de Turismo del Gobierno extremeño, nace con el fin de promocionar y divulgar una vez más la excepcionalidad de los recursos naturales de Extremadura y su condición de caso insólito en el contexto europeo a la vez que educar, conservar y sensibilizar hacia esta especie. Cultura, tradición, naturaleza, medio ambiente y turismo van de la mano en el elenco de actividades programadas para todas las edades y tipo de público durante el Festival. La organización y desarrollo de este evento ha supuesto la colaboración de entidades públicas y privadas relacionadas con la conservación y protección de la especie así como con la ordenación y promoción del turismo en la región.



El turismo de naturaleza en Extremadura tiene el reto de convertirse en uno de los ejes principales de desarrollo turístico de nuestra Comunidad Autónoma. El valioso legado natural de la región cumple todos los requisitos para convertirse en un foco de atracción de visitantes, en sintonía tanto con las demandas turísticas más actuales como con unos principios basados en la sostenibilidad.

 
Festivaldelasgrullas.com es un portal de ornitología y turismo. En las diferentes secciones de la web se puede encontrar toda la información disponible sobre las grullas en Extremadura, los diferentes núcleos de invernada y las mejores rutas para observarlas. Además se ofrece información turística relativa a empresas de guías especializadas en este tipo de servicios así como de alojamientos y restauración. Todos los componentes necesarios para la planificación de un viaje por los mejores espacios naturales extremeños en busca de una especie que, cada año, regresa a Extremadura para pasar los inviernos. 

Extremadura es la principal área de invernada para las grullas comunes europeas que realizan la migración siguiendo la ruta occidental. Unos 80.000 individuos eligen nuestra región para pasar el invierno, un 30-40% de la población europea occidental y más de la mitad de la población española, cifrada en algo más de 150.000 grullas.

La posibilidad de encontrar abundante alimento, unida a la existencia de numerosas zonas húmedas que sirven de refugio y a las temperaturas moderadas del invierno extremeño proporcionan a estas aves un hábitat óptimo para pasar los meses invernales.
 
Considerando conjuntamente las áreas de campeo, de alimentación y los dormideros, se estima que la superficie ocupada por esta especie estaría en torno a 1.835.000 ha, lo que representa el 44% de la superficie de la región. Se trata, por tanto, de una especie que puede observarse con facilidad en gran parte del territorio extremeño.

Las grullas son aves de tamaño grande y silueta estilizada, con cuello y patas muy largas y plumaje grisáceo. Pico pardo verdoso, más corto que el de garzas y cigüeñas. Patas oscuras. Ojo rojo. Longitud 114-130 cm y envergadura 200-230 cm. Peso entre 4 y 7 kg. Los machos son más corpulentos y de mayor talla que las hembras, aunque es difícil distinguirlos en campo (resulta más fácil cuando se observa un grupo familiar asilado).

El joven presenta un plumaje predominantemente pardusco, con la cabeza y cuello con tonos pardo rojizos. Carece del característico diseño rojo, negro y blanco en la cabeza. La falsa cola es menos aparente.

Grito muy característico (“kruu-kruu”) que puede escucharse a gran distancia y que emiten tanto en vuelo como posadas. La voz de los jóvenes es un silbido agudo y lastimero.

En migración es frecuente ver en grupos volando en forma de “V”.

Su dieta depende de los recursos disponibles en los hábitats donde se alimenta. Así, en las dehesas consumen principalmente bellotas de encina, en los cultivos de cereal de secano las semillas de trigo, cebada y avena, mientras que en los rastrojos de regadío buscan las semillas de arroz y maíz. En ocasiones también se alimentan en cultivos de leguminosas (habines) y de colza. Pueden consumir bulbos de especies silvestres (Arisarum, Arum, Biarum, Gynandriris, Hyacintoides, Romulea, Narcissus), tubérculos, tallos y brotes de herbáceas y de cereal, pequeños invertebrados, etc.

Merece destacar la especialización de las grullas en el consumo de la bellota, siendo de las pocas especies de aves que logran eliminar por completo su cáscara antes de ingerirla. En ocasiones aprovechan depresiones de terreno para colocar las bellotas y lograr picotear su cáscara con más facilidad. Los restos de las cáscaras pueden encontrarse bajo las encinas, apreciándose perfectamente las marcas y agujeros producidos por el pico. Del mismo modo, muestran una notable habilidad para desenterrar bulbos, apreciándose perfectamente las zonas donde han estado alimentándose, ya que el terreno aparece completamente removido por la actividad de su pico.

Las poblaciones de grulla común (Grus grus) utilizan dos rutas migratorias muy definidas a través de Europa. Por un lado, la “ruta occidental” sería la utilizada por las aves que nidifican en Europa continental, países ribereños del mar Báltico y escandinavos, que se desplazarían hacia el suroeste para establecer sus cuarteles de invernada en España, Portugal, Marruecos y Francia. Por otro, la “ruta oriental” implicaría a aves que nidifican más al norte y al este que las anteriores (gran parte de las poblaciones de Finlandia y del oeste de Rusia y ex-repúblicas), que se dirigirían al sur cruzando Estonia, Lituania, Polonia Hungría e Italia, para pasar el invierno en Túnez, Libia y Argelia. Otra variante de la ruta oriental se desplaza un poco más al este, bordeando el Mar Negro y el Mar de Mármara a través del Estrecho del Bósforo (Turquía), y alcanzando regiones situadas mucho más al sur, en Egipto, Etiopía y Sudán. Se han constatado casos de ejemplares que han utilizado indistintamente las dos rutas.

Ambas rutas han experimentado importantes cambios en los últimos años, ampliando sus zonas de invernada hacia el norte. En el caso de la occidental, ha aumentado notablemente la presencia de estas aves en países como Francia (por ejemplo en Lac du Der-Chantecoq, a menos de 200 km de Luxemburgo y Bélgica, prácticamente en el centro de Europa). Y con la oriental ocurre algo similar, constatándose una creciente importancia de la invernada en Hungría, Croacia, Serbia o Bosnia-Herzegovina, en detrimento de los cuarteles tradicionales próximos al Mar Rojo. Se asume que estos cambios están asociados al aumento de la disponibilidad de alimento (nuevos zonas de regadío, cambios en los cultivos), existencia de adecuadas zonas de dormidero (nuevos embalses, regadíos) y la disminución de las molestias (actividades cinegéticas) Por otra parte, las condiciones climáticas imperantes están propiciando inviernos menos adversos.
 

Las poblaciones de grulla común han experimentado un notable y progresivo aumento en sus áreas de reproducción durante las últimas décadas, hecho que se ha visto reflejado proporcionalmente en las áreas de invernada. En la década de los 80, la población invernante en la península ibérica no superaba las 55.000 aves, mientras que los censos más recientes (SEO/BirdLife, 2007) estiman sus efectivos en más de 150.000 aves.

La llegada de las grullas ocurre principalmente durante la segunda quincena de octubre, incrementándose progresivamente hasta alcanzar las máximas poblaciones entre diciembre y enero. Las llegadas más tempranas se producen en las primeras semanas de octubre (excepcionalmente en septiembre) y se pueden ver las últimas aves hasta principios de abril. Excepcionalmente hay ejemplares que no migran y que pueden permanecer aquí durante el verano, pero suele tratarse de aves débiles, enfermas o con alguna lesión.


Tradicionalmente se asocia esta especie a las dehesas de encinas, ya que la bellota es uno de sus principales alimentos durante el invierno. De hecho, casi todos los núcleos de invernada existentes en Extremadura integran en mayor o menor proporción zonas de dehesas, pero también pueden establecerse en áreas con cultivos de cereal (cebada, trigo, avena) o pastizales con árboles muy dispersos. Los cultivos de arroz y de maíz son intensamente utilizados por las grullas en invierno, puesto que en las fechas en las que llegan a Extremadura ya han sido cosechados y aprovechan la disponibilidad de alimento que ofrecen los rastrojos, donde encuentran con facilidad restos de semillas.



Las grullas mantienen rutinas muy marcadas, desplazándose a los comederos durante el día y volando al final de la jornada a los dormideros comunales, donde pueden llegar a concentrarse miles de aves. En ocasiones establecen predormideros en las inmediaciones de un dormidero principal, donde se agrupan antes de volar definitivamente a este último. Son especies eminentemente gregarias, pudiendo formar grandes bandos de varios cientos de ejemplares. No obstante, es frecuente también ver grupos familiares aislados, en los que los adultos acompañan a los jóvenes durante toda la invernada y pueden mantenerse al margen de los grandes bandos de alimentación.

Durante los vuelos migratorios los grupos se desplazan a gran altura adoptando una peculiar disposición en forma de “V”, a la vez que emiten su distintivo y sonoro canto. Al final de la invernada es relativamente frecuente observar bandos de grullas que comienzan su retorno hacia el norte. Entonces pueden verse grandes grupos de aves volando en círculos en busca de corrientes térmicas, hasta que alcanzan la altura suficiente para llegar planeando hasta su siguiente destino.


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