La vida y su conservación

Las especies son esenciales en el funcionamiento de la vida en nuestra casa que es nuestro planeta; por eso, es importante conservarlas.
Con este objetivo, tenemos que saber cómo son, cómo se organizan en comunidades y cómo interactúan en los sistemas ecológicos.
En el último siglo XX, hemos visto degradaciones ambientales enormes: muchas especies en extinción o en drástica reducción de sus poblaciones, la destrucción o alteración rápida de sus ecosistemas y cambios nunca vistos en el clima del planeta. Esta gran crisis ambiental ha coincido con la disminución de las ciencias naturales en los centros académicos de referencia.

viernes, 19 de septiembre de 2014

La extinción de las especies: un fenómeno ecológico con influencias crecientes antrópicas. La sexta extinción.


El concepto positivo de expansión de una especie se opone otro concepto negativo, el de la extinción.
 
La extinción es un factor clave en biogeografía. Como escribe Lewontin, una pregunta que todo biólogo debe hacerse es por qué el 99,99 % de las especies que han existido se han extinguido, siendo el riesgo de extinción un fenomeno no directa ni estrictamente relacionado con el número de individuos ni con la tasa de reproducción.
Una especie permanece un tiempo, pero tarde o temprano se va. Sin embargo, la vida continua con la aparición de nuevas especies.

 
Las fluctuaciones en las condiciones del medio que afectan a amplias extensiones , como las glaciones del Pleistoceno y el impacto brutal de la actual civilizacion tecnológica y consumista, actúan sobre la biosfera en la que hay muchas más especies de tipo especialista o adaptadas a condiciones estrictas, que especies generalistas u oportunistas. Toda fluctuación del tipo indicado implica la expansión de unas pocas especies generalistas y una extinción en masa de otras especies especialistas.
Episodios, como el Pleistoceno, que han implicado catástrofes o cataclismos generalizados, generan la extinción de un número impresionante de grandes vertebrados en un período relativamente corto.
En época más reciente el Homo sapiens (la huella del carbono) es responsable de la extinción de gran número de especies. Las listas que se publican (Red List IUCN) de especies extintas o a punto de extinguirse son impresionantes, y se debe decir que generalmente no incluyen ni invertebrados ni plantas.
La extinción de especies que incluso todavía no hemos descubierto hacen del fenómeno de la extinción una magnitud de variable ambiental más grave.

 
La extinción directa por caza, o indirecta, por destrucción de los ecosistemas ante el avance del paisaje humanizado, se ha añadido la acción más disimulada pero no menos grave de los enemigos invisibles como agentes químicos a través de distintos pesticidas , principalmente compuestos clorados de carbono que se difunden por la biosfera y que por mecanismos de concentración animales alcanzan dosis letales en el cuerpo de determinadas especies, principalmente de las que ocupan niveles tróficos altos o son de régimen de vida muy especializado.
El problema actualmente es que los impactos antrópicos son demasiado grandes y cortos en el tiempo que las especies no tienen tiempo a adaptarse a los cambios y se extinguen. Se habla en medios científicos, por ello de la sexta extinción.
Las especies , la biodiversidad son el engranaje gracias al cual nuestro planeta funciona. Las especies no solamente son un fenómeno evolutivo único, son un elemento más de la cadena de la vida. Cada vez que una especie se extingue, los ecosistemas se hacen más frágiles, los servicios ambientales que realizan las especies como tales o en su relación con otras especies, se pierden y, por ello, la biosfera se hace más vulnerable, la salud del planeta, nuestra casa común, pierde parte de su frágil equilibrio. Ello conduce a que la especie humana se vea también perjudicada, su seguridad alimentaria, agua, medicinas, aire puro, vivienda, medio ambiente.



 
La IUCN fijó el 2010 como un año de reversión significativa de la extinción de especies, han pasado 4 años y no se han tomado decisiones y puestas en práctica significativas de preservación, conservación, reconstrucción y restauración de ecosistemas y , en general de la biosfera.
La sexta extinción
La última edición actuazada de la Lista Roja de la IUCN (Red List) muestra que de las 47.677 especies evaluadas, 17.291 están "en peligro de extinción".
Los resultados  dan que un 21% son mamíferos, el 30% de los anfibios, el 12% de las aves el 28% de los reptiles, el 37% de peces de agua dulce, el 70% de las plantas y el 35% de los invertebrados están amenazados. Obsérvese la mal que lo está pasado el taxón anfibios por culpa del cambio climático y de la pérdida masiva de hábitat como la selva tropical.
Corrobora esta tendencia a la baja el infore "Evaluación de los Ecosistemas del Milenio" elaborado por 1.300 científicos de 95 países que calcula que cada hora desaparecen tres especies, más de 150 al día y las extinciones anuales pueden variar entre las cotas 18.000 a 55.000.

 
La Tierra ha vivido cinco grandes extinciones o crisis biológicas a lo largo de su historia por fenómenos como se ha mencionado relacionados con cataclismos que han cambiado vastas zonas del planeta. Sin embargo, esta sexta extinción está basada en factores antrópicos, en nuestro fuerte impacto ambiental de nuestro sistema socio-económomico unido al terrible creciemiento demográfico mundial. Los científicos la llaman la sexta extinción.

La extinción masiva del Devónico es una de las cinco grandes extinciones que se han producido en la historia de la Tierra, junto con las extinciones masivas del Ordovícico-Silúrico, la extinción masiva del Pérmico-Triásico, la del Triásico-Jurásico y la del Cretácico-Terciario.


La extinción masiva del Holoceno es un nombre dado a la extinción sostenida y generalizada de especies que ocurre en el último período geológico, el Holoceno. La extinción abarca desde el mamut hasta el dodo, incluyendo incontables especies que continúan desapareciendo cada año.

 
La extinción masiva del Holoceno comprende la notoria desaparición de mamíferos grandes, conocidos como megafauna, cerca del final de la última glaciación entre 9.000 y 13.000 años atrás. Tales desapariciones se han considerado como consecuencia del cambio climático, como resultado de la diseminación y proliferación del humano moderno.

 

Estas extinciones afectan a muchas familias de plantas y animales. Durante el inicio del Holoceno, después de la última glaciación, fueron los continentes e islas recién conquistados por el Homo sapiens los que vieron desaparecer sus principales especies.

 
Desde principios del siglo XIX, y en aceleración constante desde la década de 1950, las desapariciones implican a especies de todos los tamaños y ocurren principalmente en las selvas tropicales, que tienen una gran biodiversidad. La actual tasa de extinción es de 100 a 1000 veces el promedio natural en la evolución y en 2007 la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza consideró que una de cada ocho especies de aves, una de cada cuatro mamíferos, una de cada tres de anfibios y el 70% de todas las plantas están en peligro.
 

 

La extinción actual parece más marcada aproximadamente desde el revolución industrial.

 
El 70 % científicos, piensa que dentro de los próximos treinta años (es decir, cerca del 2028) la quinta parte de todas las especies se extinguiría. El biólogo E.O. Wilson estimó en 2002 que, de continuar la actual tasa de destrucción humana de la biosfera, la mitad de todas las especies que viven en el planeta se extinguirán en 100 años.
"The human role"
En el paper "Conservation biology" citado posteriormente Pimm y sus colegas hablan de las causas por las que muchas especies y taxones están amenaados de extinción o distribuidos en reducidos grupos de ejemplares en áreas pequeñas del planeta, por el crecimiento demográfico del Homo sapiens y el consumo / capita.
 
Journal de referencia
Jurriaan M. de Vos, Lucas N. Joppa, John L. Gittleman, Patrick R. Stephens, Stuart L. Pimm. Estimating the normal background rate of species extintion. Conservation Biology, 2014


El 12 de agosto de 2008, los biólogos americanos Paul Ehrlich y Robert Pringle presentaron su trabajo sobre la sexta extinción de especies en las Actas de la Academia Americana de Ciencias (PNAS) y concluyeron que aún era posible detener el deterioro de las especies siempre que se tomaran algunas medidas drásticas a nivel mundial. Sugieren medidas para controlar nuestro crecimiento demográfico (9,3 miles de millones de personas se esperan para 2050), reducir nuestro excesivo consumo innecesario de recursos naturales y explotar lo que de forma gratuita nos ofrece la biosfera, como las materias primas renovables, sistemas naturales de filtración de las aguas, almacenamiento del carbono por los bosques, la prevención de la erosión y las inundaciones mediante la vegetación, la polinización de las plantas por los insectos y las aves; financiar, por medio de fundaciones privadas, el desarrollo de áreas protegidas, como lo que se ha hecho en Costa Rica; informar e involucrar a los agricultores en la conservación de la biodiversidad; restaurar los hábitats degradados.

 

 

jueves, 18 de septiembre de 2014

Los pozos de 'fracking' defectuosos contaminan el agua subterránea: Una actuación que sigue siendo polémica y arriesgada para nuestro entorno

El aumento de la producción de gas natural mediante técnicas de fractura hidráulica o 'fracking' sobre todo en Estados Unidos ha causado desde su comienzo una gran preocupación debido a las consecuencias ambientales que pudiera tener.

En los últimos años, varios estudios científicos han documentado el riesgo sísmico y de contaminación de acuíferos de los primeros pozos que se comenzaron a explotar en Oklahoma y Pennsylvania (EEUU) en los años 60 y 70 del pasado siglo.



Sin embargo, los problemas de contaminación provienen de fallos en la construcción de la cubierta protectora del pozo en los primeros metros del pozo vertical más que de la técnica de la fractura hidráulica en sí, según un estudio recién publicado por la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences' (PNAS).

La investigación, realizada por científicos de la Universidad de Duke (EEUU), analizó en total 133 muestras provenientes de pozos de aguas subterráneas de consumo humano en las formaciones Marcellus y Barnett, de Pennsylvania y Texas respectivamente. Gracias al estudio de los gases nobles y de una serie de marcadores de hidrocarburos presentes en las muestras, los autores pudieron distinguir al procedencia de dichos gases para determinar en cada caso si el gas era de procedencia natural o de origen antropogénico, y en este último supuesto qué causó la contaminación del agua subterránea.



 
"En general, nuestros datos sugieren que donde ha ocurrido la contaminación por una fuga de gas natural, ésta se debe con mayor probabilidad a problemas de integridad del pozo en temas de cementación o de la recubierta del pozo", explican en el estudio los autores dirigidos por el investigador Thomas Darrah, de la Universidad de Duke.

Sus resultados son de gran importancia para el avance de la técnica en nuevas áreas de EEUU y la Unión Europea en las que se está planteando la producción de gas natural mediante la técnica del 'fracking' -extracción mediante la fracturación de una capa geológica a gran profundidad gracias a una mezcla de agua, arena y productos químicos inyectada a una enorme presión en el subsuelo-, pero de una forma más respetuosa y con mayores garantías ambientales. De todas las muestras estudiadas, ocho de ellas presentaban problemas de contaminación debida a errores en el proceso de extracción del recurso.

"La geoquímica de los gases que hemos analizado implican fugas a través de la cubierta de cemento que rodea la perforación vertical en cuatro casos, a través de la cubierta que lo protege durante la producción en tres de las muestras y el fallo del pozo subterráneo en otro de ellos.

Pero en ningún caso hemos visto migración del gas inducida por la perforación horizontal o por la fractura hidráulica del estrato de esquisto en profundidad", aseguran los autores.
 
"En nuestra opinión, optimizar la integridad del pozo es una forma crítica, realizable y rentable económicamente de reducir los problemas de la contaminación de agua potable y también para aliviar la preocupación pública que acompaña la extracción de gas no convencional", concluye el equipo de Thomas Darrah.