La vida y su conservación

Las especies son esenciales en el funcionamiento de la vida en nuestra casa que es nuestro planeta; por eso, es importante conservarlas.
Con este objetivo, tenemos que saber cómo son, cómo se organizan en comunidades y cómo interactúan en los sistemas ecológicos.
En el último siglo XX, hemos visto degradaciones ambientales enormes: muchas especies en extinción o en drástica reducción de sus poblaciones, la destrucción o alteración rápida de sus ecosistemas y cambios nunca vistos en el clima del planeta. Esta gran crisis ambiental ha coincido con la disminución de las ciencias naturales en los centros académicos de referencia.

jueves, 12 de junio de 2014

Las comunidades de especies

La conservación de la biodiversidad siguiendo el concepto de comunidades de especies por oposición compatible a la idea de conservar especies iconos flag species como el oso, el lince o el águila imperial.

                                                        Lince ibérico (Lynx pardina),
                                                                   felino endémico de la península ibérica

Existen muchos ejemplos de políticas conservacionistas referidas a programas de conservación concretos dirigidos a especies concretas que destacan por su interés, particular belleza o simbología social o nacional. Todos recordamos la idea del Dr. Féix Rodríguez de la Fuente en sus celebrados y siempre vigentes documentales en los insistía fascinado en la conservación del lobo ibérico, el lince u otros grandes mamíferos o aves de fuerte simbología como el águila imperial (no especiada, como ibérica endémica, en aquellos años 60-70 del siglo pasado) u otras rapaces sobre las que sentía una gran pasión que nos sabía trasladar.

 
Desmán ibérico (Galemys pyrenaicus). Taxón único, y por tanto, valiosísimo, que da nombre a la SECEM Sociedad Española de Conservación y Estudio de los Mamíferos)

Hoy está fuertemente presente el concepto de comunidad de especies (Whittaker, 1970) como el conjunto de poblaciones de plantas, animales, bacterias, hongos...etc que viven en un lugar concreto diferenciado que interactúan entre sí estructurando un sistema vivo único en base a su composición (en número de especies y abundancia por especie), estructura, relaciones con el entorno ambiental, desarrollo y funcionalidad.
 
En realidad conservar especie por especie, es un reto imposible de abordar, en cambio conservar muchos grupos de especies a la vez, como por ejemplo, conservar un río y sus bosques de galería es conservar todas las especies que viven en esa área o lugar concreto; conservar un arrecife coralino es conservar a todas las especies que allí viven y, a su vez, con ello, se garantiza conservar el conjunto enorme de interacciones entre las diferentes individuos y especies del lugar protegido.
 
Un sistema biológico como una comunidad está formado por el conjunto de interacciones o relaciones entre las especies diferentes (relaciones interespecíficas) y de las especies entre ellas mismas (relaciones intraespecíficas) - un alcornoque con el resto de alcornoques del bosque alcornocal - ello es lo que nos lleva al concepto de funcionamiento del sistema requiere la presencia de todas las especies.

 Arroyo con bosque de galería

La riqueza de especies es un parámetro que nos conduce a que las comunidades más ricas son las más interesantes en el sentido de que nos brindan la posibilidad de proteger un mayor número de especies. Ejemplo de una selva tropical o de un arrecife coralino.
 
Por tanto, para conocer la posibilidades de gestión de la biodiversidad, de un espacio natural es importante conocer los principales factores determinantes de su riqueza en especies.
 
Al mismo tiempo, el parámetro riqueza en especies no nos informa sobre el papel funcional de las especies y del riesgo que al desaparecer alguna de ellas, se puedan producir daños irreversibles en el funcionamiento del sistema, o sea, en el propio sistema o ecosistema.
Conocer el papel de las especies en las comunidades es fundamental para gestionar la biodiversidad ambiental del ecosistema.
 
No nos debe dar miedo conocer que del estado de conservación de un minúsculo insecto, la abeja (Apis mellifera), depende la correcta polinización y variabilidad genética del conjunto de flora. Una flora de la que se alimentan los herbívoros. Fundamental para el sostenimiento de las redes tróficas y, por lo tanto, del funcionamiento del sistema.

La abeja abeja (Apis mellifera) en el pleno proceso de polinización.

Por ello, no ha de extrañarnos el proyecto de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) dirigido a catalogar el estado e conservación de los ecosistemas del planeta (Rodríguez et al., 2010). O más cerca, la Directiva 92/43/CEE relativa a la conservación de los habitat naturales y de la fauna y flora silvestre de Europa inventaríe los diferentes ecoistemas europeos. 

Bosque mediterráneo esclerófilo

lunes, 9 de junio de 2014

La regresión de las golondrinas es una realidad en Europa


España pierde un millón de golondrinas cada año, debido al despoblamiento rural, que ha hecho que sus lugares de cría sean abandonados o destruidos, y al uso intensivo de insecticidas y otros productos químicos en el campo, una actividad que según la ONG merma su potencial reproductor y elimina su principal fuente de alimentación, los insectos.

Las entrañables golondrinas son una especie con un papel ecológico de primer orden en los ecosistemas y altamente beneficiosa para el ser humano por su alimentación rica en insectos.



El dato sale de un programa de seguimiento de aves a escala estatal, conocido como Sacre, que SEO/Birdlife lleva a cabo con miles de voluntarios desde mediados de la década de 1990. En 2004, la organización calculó que había unos 30 millones de golondrinas en España. “Lamentablemente, estimamos que, desde entonces, con un descenso mayor del 30%, se han perdido 10 millones de ellas, es decir un millón de ejemplares por año”, apunta hoy la ONG en un comunicado.

La hecatombe de las golondrinas se corresponde con el descenso de las poblaciones de otras especies de aves agrícolas. Los datos de seguimiento de 125 especies comunes desde 1998 muestran una caída general de estas especies.

Rutas migratorias de golondrinas marcadas en MadridAmpliar
Rutas migratorias de golondrinas marcadas en Madrid / SEO/Birdlife


SEO/Birdlife ha nombrado hoy Ave del Año 2014 a la golondrina común. La organización cree que la especie en España podría entrar en la categoría de Vulnerable dentro de la Lista Roja de Especies Amenazadas, donde ya están especies emblemáticas como la cigüeña negra y el buitre negro. La ONG recuerda que el declive de la golondrina común es aún mayor en el resto de Europa, donde sus poblaciones han caído un 35% entre 1990 y 2011, según los datos del European Bird Census Council.

Unos 200 millones de golondrinas vuelan cada año desde Eurasia hasta África para pasar el invierno. Un ejemplar puede hacer 3.500 kilómetros en 30 días. Para conocer con detalle estas rutas migratorias y poder diseñar estrategias de conservación, SEO/Birdlife marca golondrinas con diminutos geolocalizadores. Gracias a estos dispositivos, los ornitólogos han podido ver que aves de Madrid pasaron el invierno en zonas de sabana y bosque tropical de países africanos como Burkina Faso, Costa de Marfil y Malí.

El cambio climático o calentamiento mundial debido al incremento del efecto invernadero


El cambio climático o calentamiento mundial debido al incremento del efecto invernadero que se origina como consecuencia de las actividades humanas y la emisión de gases de efecto invernadero.
El efecto invernadero es un fenómeno natural por sí mismo, un fenómeno imprescindible para la vida en la Tierra tal y como hoy la conocemos. De no ser por el efecto invernadero, la temperatura media en la superfície terrestre sería de 18ºC bajo cero, nada menos que 33ºC más baja que ahora, con 15ºC de media.
La práctica totalidad de energía que recibe la Tierra, llega de la radiación solar del Sol en forma de radiación electromagnética, que percibimos como calor y luz. La temperatura terrestre resulta de un balance entre la energía recibida del Sol y la que la Tierra refleja, devolviéndola en forma de radiación infrarroja.
El problema del efecto invernadero es su incremento en poco tiempo, estableciendo las escalas de tiempo correctas.


Sucede que la energía reexpedida por la Tierra no escapa directamente al espacio, sino que es retenida por algunos gases conocidos como gases de efecto invernadero, algunos que forman parte de manera natural de la atmósfera y otros generados por las actividades humanas.
La devolución de parte de la energía de la Tierra al espacio choca con estos gases que se calientan y a su vez envían de nuevo energía hacia la superfície de la Tierra que absorberá una parte y devolverá otra. Se origina un ciclo que retiene energía hasta llegar a un equilibrio térmico a mayor temperatura de la correspondería si los gases no existieran en esa cantidad. Sino se llegase al equilibrio térmico la Tierra se calentaría indefinidamente.

Eso si la Tierra va reteniendo calor por efecto del incremento de gases de efecto invernadero, por ello, las temperaturas siguen una curva de aumento paulatino a escala temporal y con ello la progresiva disminución de las lluvias, desertificación, cambio de la naturaleza del suelo, deshielo de los casquetes polares entre otras consecuencias. Consecuencias ambientales de primer orden de gravedad.

El principal gas de efecto invernadero es el vapor de agua seguido del célebre dióxido de carbono CO2 .  Les siguen el metano, el óxido nitroso y el ozono. El vapor de agua con un periodo de residencia de 1 semana es el que menos preocupa, pero el CO2 permanece en la atmósfera cien años o más, ello implica que continuaríamos sufriendo las consecuencias del cambio climático aunque dejásemos de emitir en este instante. La residencia del metano es de diez a quince años.

Mediante la fotosíntesis plantas, algas y algunas bacterias retiran y almacenan temporalmente parte de ese carbono atmosférico, aunque no tanto como para compensar lo que seguimos emitiendo. Por ejemplo, los bosques catalanes compensan sólo un 8,5% de nuestras emisiones de CO2, y necesitaríamos 11 veces la superfície forestal actual para compensarlas al 100%.


Alargar el tiempo o periodos de residencia del carbono en las plantas es fundamental para combatir el cambio climático como consecuencia de los gases de efecto invernadero.

Aumentar la superfície arbolada del planeta y evitar la deforestación es vital.

Con una gestión forestal favorable que busque la máxima acumulación de carbono en los bosques, matorrales y prados ayudaría en su papel de sumideros naturales lo que significaría una mejora en la lucha contra el cambio climático global

El profesor de Geociencias, John Grace de la Universidad de Edinburgo ha llevado a cabo un estudio donde se concluye que la reducción de la deforestación en los bosques tropicales reduciría substancialmente las emisiones de CO2 a la atmosfera. Si se limitasen las actividades sobre los bosques tropicales mundiales, además de proteger una parte muy importante de la Biodiversidad planetaria, se conseguiría un punto de inflexión de la curva de este gas de efecto invernadero, CO2 de forma global a nivel planetario.
Por ello, la protección de los bosques tropicales y subtropicales es una prioridad medioambiental de primer orden.